Se honra
a Maria del Sufragio: primero, con la oración humilde y confiada; ésto se puede
hacer en cualquier lugar: en la Iglesia, en casa, de día y de noche con la
oración que uno quiera o invocación o aspiración del corazón ya que nada es desconocido
por Maria Virgen, ya que ella al igual que Jesús escucha también la preparación
de nuestro corazón. Invoquémosla con jaculatorias y especialmente con la que le
es propia: Nuestra Señora del Sufragio rogad por nosotros y por las almas del
purgatorio. Segundo, se honra visitando el santuario a ella consagrado con viva
fe, firme esperanza y ardiente caridad y así recomendar fervientemente a
nosotros mismos y a las almas de nuestros seres queridos difuntos. Tercero, se
honra celando la causa del purgatorio con la certeza de agradarle al corazón de
Maria y al corazón de Jesús que ardientemente desean la liberación de aquellas
almas; promoviendo asociaciones del sufragio erigidas bajo los auspicios de Maria,
rezando cotidianamente el rosario por los difuntos, haciendo celebrar muchas
misas por las almas del purgatorio, obteniendo indulgencias por ellas,
practicando obras buenas y aplicando la satisfacción a ellas, con las
comuniones, con el acto heroico de caridad, etc, todos ellos medios para honrar
a Nuestra Señora del Sufragio y consolar su corazón abriendo a muchas almas las
puertas del cielo. Cuarto, se honra a Nuestra Señora del Sufragio imitando sus
virtudes especialmente la caridad con el prójimo, la bondad y mansedumbre con
todos, la pureza de corazón, intentando no solo agradarle a ella y gozar de su
protección particular en vida y en muerte y mucho más en purgatorio, sino
también merecer que ella nos escuche cuando rezamos por los demás.
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